miércoles, 14 de septiembre de 2016


Dos soledades.... Una compañía

Viajando en diferentes trenes, mirando distintas horas y con necesidad de encontrarse, de fundirse en un solo abrazo, pensar que realmente existe en algún lugar ese complemento esa parte que te hará sentir del todo pleno, observar una luna que ambos observan y ella cual cómplice le susurra a ambos que deben juntarse, mientras ella descifra el mensaje de la luna y soborna al viento para ser ella quien entregue el mensaje.

Ella no tiene prisa y entiende que el mensaje llegará pero no cuando la luna quiera más bien cuando ella, caprichosa al fin, entienda que debe de llegar, hoy quizás también en otro espacio alguien escriba o anhele estas líneas, sin importar el tiempo, solo con la necesidad de sentirse correspondido, observa el firmamento tratando de encontrar a la luna y ella esperando en otro lugar. Es difícil ser sensato cuando las palabras no comunican sentimientos y vivimos rodeados del todo para sentirse sin nada.


                                                                                                         Betho
Se congeló el Sol
Ya no existía diferencia entre el día y la noche, no por la falta de claridad sino por el frío que había en el espacio del apartamento. Mirando cosas que creía conocer y con una sobredosis de recuerdos, decidió abandonar su prisión tapizada con melancolía... y con los sueños a cuestas emprendió un nuevo viaje; no sin antes mirar por última vez ese espacio que le ataba, que le sumía en esa eterna melancolía.
Mochila en mano y cerrando la puerta sin mirar atrás, sintió que contrario a otras ocasiones donde sólo se escuchaban las risas de los niños jugando y lo cotidiano del día, sólo había un silencio que le erizó la piel, una densa neblina y una llovizna que más que algo natural daba a entender que tenía un As bajo la manga y en la memoria un plan, algo así como una melodía que indicaba el camino para no regresar más al lugar donde la memoria le recordaba que fue feliz… cuando contaba con las manos que le cuidaban los sueños.

Recorrió la cuidad intentando encontrar un refugio o un espacio familiar, regresar a esa niñez donde no hubo tiempo perdido y ese mismo espacio se volvería eterno. Llegó temprano a la cita a pesar de no tener reloj que le indicara la hora, pero tampoco eso ya era importante… anhelaba el milagro que le permitiera creer que todo estaría bien, sin temor de que estando en ese lugar sin explicación pudiera intentar despertar de ese sueño que no parecía tener el milagro de los finales felices.
Entonces recordó que no había preguntas que responder, no había tiempo que importara y que la lluvia nunca tocaría su rostro porque tenía la seguridad de que todos los caminos le llevarían de regreso a su prisión tapizada con melancolía...

                                                                                               Betho