Un día cualquiera Blanca nieves se despertó se miro al espejo y se sintió cansada, miro al príncipe que había en su cama y se dijo para si misma que sus besos ya no tenían esa magia que la llenaba, no muy lejos de ahí la bella durmiente se negaba a dormir para evitar caer en los brazos de Morfeo trabajaba en las noches en una línea erótica y así dejaba salir la “ Fiera” que habitaba en ella , tan distinta , tan lejana, encendía un cigarrillo y así relajaba a la vida, esa que tantas beses se le rió en la cara.
Cenicienta se canso de ser la hija diplomática que no soportaba a sus hermanastras y al apuesto príncipe, recogió sus cosas y se monto en le ferry buscando nuevos horizontes se convirtió en otra inmigrante mas buscando su propio destino, la bella se canso de los desfiles, de la cesiones fotográficas, de las horas de vuelo tan interminables como los deseos que ella soñaba, anhelando tanto ser una persona normal dejando atrás sus vestidos de marcas y con mochila en mano decidió no mirar hacia atrás pues temía tanto convertirse en estatua de sal y se monto en un expreso vegano en dirección a cabarete donde trabaja en un cafecito , tan distante del glamour de las pasarelas.
Yasmín no cree en alfombras voladoras ni en genios de esos que existen solo en los sueños de los que aun tienen la inocencia intacta, ella decidió abrirse camino a si misma y de cuando en ves me regala una sonrisa cuando la veo en algún semáforo, cuando vienen las personas de migración Yasmín emprende la huida pues teme que la devuelvan a su país y con esas mirada tan triste e inocente se mezcla con los demás sin saber hacia donde poder huir.
No existen solo en los cuentos, transitan junto a nosotros en los carritos públicos, en las omsas, las vemos en las plazas en los colmados en las calles, son princesas de la cotidianidad, herederas de estas líneas y de la memoria en las que habitan las hadas esas criaturas mágicas que iluminan nuestros sueños.
Betho
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