viernes, 20 de julio de 2007

Mi Soledad, Mi casa y Yo


Mi soledad se refleja en los libros que tengo encima de mi silla escritorio (es una silla que esta al lado de mi cama y me sirve de escritorio), en mis jeans uno encima de otro (doblados! eso si) al lado de mi cama, el marciano que le compre a Samantha y que casualmente ella le bautizo como Lili, mi radio en el piso con la voz de Pedro Guerra diciéndome: “ Mi casa esta en el mar con siete puertas”; también en la ventana (no sirve pues el aire se cuela por ella), miles de notas por terminar que probablemente se conviertan en uno de mis escritos, Abuela cruzando de un lado a otro de la casa refunfuñando porque el vecino lleva muchas vidas y ella se entero que la hija de él se fue para Nueva Yol y no se lo dijo a nadie, el abanico que mas polvo no puede tener encima negándose a quedarse tranquilo intentando apagar el calor que sofoca mi pequeño espacio.

No hay nada como estar solo! Me sirvo un poco de droga cola(Coca Cola), según mi abuela es mi alimento numero dos después del pan y el chocolate; me quedo frisado al observar que aun tengo un pedazo de biscocho de ese del maloso (el mismo que antes alegraba mis domingos pero que al ir creciendo conocí otros sabores, como también conocí otros labios, pero eso es otra historia) en la nevera pero me da algo de culpa el hecho de encontrar suculento manjar solito y me dispongo a darme un banquete digno de un rey, luego que termino regreso a mi nube, entiéndase la cama.

Me dispongo a buscar la inspiración necesaria para poder terminar una de las tantas notas que tengo encima de mi silla escritorio, pero mi soledad me aconseja que llame a quien sea para irnos a dar una vuelta, mientras que la casa me ruega a gritos que sacuda un poquito de polvo y que arregle los jeans o le de un bañito a Lily (recuerdan el marciano, colgado de la pared) en la lavadora, mientras ellas se embojotan yo me escurro lentamente al baño y me siento a leer una de las tantas historias de esas que dejo por la mitad y aun no me decido concluir; entonces ellas me siguen, mi soledad y la casa, y me miran atónitas dándose cuenta que necesariamente no les haré caso a ninguna de las dos, por lo menos no por ahora y solo se limitan a sonreírme!

Betho

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